Está claro, ¿no?, se los lleva un gestor
Pues no, no está tan claro como creemos. Los envases vacíos, muchas veces, por no decir casi todas, tienen una característica que nos pasa desapercibida. Están vacíos, sí, ¿pero qué era lo que contenían?
La mayor parte de ellos son suministrados con las materias primas para nuestros procesos de producción, acabado y mantenimiento, cuando no contienen aditivos, aceites, grasas, colorantes, disolventes, colas, detergentes, etc.
Echemos un vistazo a sus etiquetas. Que es lo que nos encontramos:
Productos inflamables, nocivos, corrosivos, tóxicos, que deben almacenarse lejos de fuentes de ignición, lejos de alimentos y cómo no de los niños, que se mantengan en lugar fresco y ventilado, indicaciones de seguridad más o menos extrema, manipulación con material adecuado: guantes, máscaras, gafas protectoras, no respirar vapores y aerosoles, ni morder o ingerir, peligro de sensibilización por contacto cutáneo o sin él, irritación de las vías respiratorias y ojos, en caso de contacto lavar inmediata y abundantemente con agua las zonas afectadas y aquello de: «en caso de malestar o intoxicación, acuda inmediatamente al médico. De ser posible muestre esta etiqueta y suministre por vía … tal o cual antídoto. No verter residuos en las alcantarillas, «Marine Pollutan», etc.
¿ Qué queremos decir con esto? que un envase, un bidón vacío se constituye en un residuo tóxico y peligroso (R.P.). A partir de este punto recogido por la Ley 20/86 y Reales Decretos 833/88 y 952/1997 de 20 de junio que la desarrollan, aquello de «Se los llevan» no es tan sencillo. Asi mismo los residuos de envase disponen de una ley propia LEY 11/1997, de 24 de abril, de Envases y Residuos de Envases (LERE).