El incremento de las temperaturas y la gran concentración de CO2 baten todos los récords desde que se tienen registros históricos y siembran de incertidumbre un futuro cada vez más cercano.¿Qué podemos hacer para detener la implacable subida del mercurio en todo el planeta?
El lunes 7 de noviembre comenzaba la 22ª Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22), en la que se ha tratado de concretar los acuerdos de París alcanzados durante la COP21. Esta vez, la cumbre se celebraba en Marrakech. Sean o no suficientes las medidas adoptadas en París, lo cierto es que el acuerdo se ha puesto en marcha con una celeridad pasmosa. Y es que hay motivos justificados para la preocupación.
Durante el año 2015 batimos todos los récords de temperatura desde que existen registros históricos. Pero, por si fuera poco, durante los 9 primeros meses de 2016 hemos vuelto a superar el récord del año anterior. De continuar así, el año acabará con una temperatura media de 1,2º por encima de los niveles anteriores a la Revolución Industrial, datos que extienden la sombra de la duda sobre el propósito de la COP21 de mantener el incremento de la temperatura global por debajo de los 2º para fin de siglo.
Las consecuencias del calentamiento global ya son perceptibles
Catástrofes naturales, deshielo de los casquetes polares, extinción masiva de especies a escala planetaria… El cambio climático lleva años mostrando sus efectos, aunque en el mundo occidental todavía no lo percibamos como una amenaza inmediata. En países en vías de desarrollo, debido a su situación geográfica o su climatología, ya han sufrido todo tipo de desastres naturales relacionados directa o indirectamente con el incremento de la temperatura del planeta debido a la liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Según un estudio publicado en la revista Science, el calentamiento global ha afectado ya al 80% de los procesos ecológicos. El informe de los investigadores revela que el cambio climático está sometiendo a estrés a una gran cantidad de especies animales y vegetales, lo que estaría alentando la aparición de mutaciones genéticas, problemas de adaptación al medio, y un largo etcétera de complicaciones en los ecosistemas.
Todos estos desajustes en la flora y fauna repercuten, a su vez, en actividades económicas humanas como la pesca y la agricultura.
Registros históricos no solo en temperaturas, sino también en cantidad de CO2 presente en la atmósfera
Los índices de CO2 en la atmósfera han superado ya las 400 partes por millón (ppm). La cantidad de este gas de efecto invernadero es la mayor, no solo desde que se tienen registros históricos, sino probablemente desde que los seres humanos poblamos la Tierra.
El pasado día 25 de octubre, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) alertó de que durante el año 2015, la cifra de 400 ppm de CO2 en la atmósfera fue generalizada y global. Un fenómeno que en un primer momento pudo agravarse por el fenómeno estacional del Niño, pero que continúa tras su paso.
Traspasamos, por tanto, una nueva barrera psicológica con 400 ppm que tiene a los científicos muy preocupados.
¿Qué podemos hacer para luchar contra el cambio climático?
Nos queda una larga lucha contra el calentamiento global, y la batalla se juega en nuestro propio hogar. La salud del planeta es condición sine qua non para nuestra propia supervivencia, y para que las futuras generaciones puedan disfrutar de un ecosistema sano.
La solución pasa por la necesidad de un cambio global de mentalidad, un uso más inteligente de la energía, y un mayor desarrollo y generalización del reciclaje.
Como empresa que recupera y recicla bidones metálicos y envases de plástico, en Ecobidón tenemos una postura muy clara en la lucha contra el cambio climático. Nuestros procesos ayudan a ahorrar en emisiones de CO2 (740.714 kg CO2/kg solo durante 2012-2014).
De hecho, nuestro compromiso medioambiental nos hizo lograr, hace unas semanas, la Certificación ISO 14001, que garantiza que nuestra actividad es respetuosa con el medio ambiente.
Podemos reciclarlo todo, menos el planeta. Solo hay una Tierra, ¡cuidémosla!